El ser humano suele sentir la necesidad de pertenecer a algo, así sin más. Luego, cuando “pertenece”, surge la lista de deberes que se ha de cumplir para seguir perteneciendo, apartando el derecho a matizar el lienzo con nuestros propios colores, nuestra propia “escala de grises”. Caracterizar el medioambiente implica como proceso reunir la mayor cantidad de información sobre el fenómeno que se estudia, cualquier sesgo en la selección de variables e indicadores procurará un resultado menos acorde con la realidad. En nuestro día a día, son frecuentes las situaciones que debemos caracterizar o interpretar para tomar decisiones; describimos lo que ocurre y evaluamos sus causas y consecuencias tanto positivas como negativas, ser sensible al mayor número posible de elementos involucrados es una herramienta de la geografía vital que nos permitirá gestionar con mayor eficacia los eventos cotidianos. Algunos métodos empleados por el geógrafo implican estadísticos de correlación que reflejan en qué grado cada variable explica el suceso estudiado, así también lo cotidiano, con mucha frecuencia hay más de una razón por la cual ocurren las cosas. Asumir de entrada que todo ocurre siempre por una única razón es comparable a mirar el mundo en un solo color; siempre habrá un abanico de tonos dispuesto para caracterizar nuestras vidas, una composición de grises que da lugar a un número infinito de escenarios y posibilidades.
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