El concepto de geografía vital surge de la idea de aplicar los principios de la dinámica medioambiental al día a día de lo que llamaríamos nuestro “espacio existencial”. Si bien el ejercicio de la geografía suele estar referido a una escala territorial más extensa representada en términos de gobierno, administración, ordenación o gestión ambiental, los principios que la conforman reflejan sorprendentes afinidades con el sentido común de nuestras vidas; tareas como las de localizar, caracterizar o comparar fenómenos que ocurren en la superficie terrestre guardan directa relación con la cotidianidad del humano como principal protagonista. Desde planificar cómo moverte en una ciudad hasta cómo gestionar relaciones interpersonales, nuestro entorno exige constantemente formular momentos lógicos que nos orienten en la búsqueda de soluciones; es allí donde la geografía ofrece ventajas al asiduo transeúnte del territorio siempre inmerso en la compleja dinámica de la vida. Proponer una geografía vital implica más que crear una versión cotidiana de los tecnicismos inherentes al desarrollo de sistemas y procesos, se trata de ofrecer herramientas para abordar eventos de la dinámica diaria de cualquier persona; es un concepto de gestión adosado a la idea de que todos, cada día, hacemos un poco de geografía.